Alan Turing fue uno de los pioneros en los sistemas de computación. Entre otras preocupaciones, se preguntó si las máquinas serán capaces de llegar a ser conscientes. Fue entonces cuando ideó una prueba, llamada Test de Turing. Consiste en que un ser humano debe mantener una charla con la máquina, sin ser consciente previamente de quién es su interlocutor. Si no es capaz de determinar si su dialogador es una máquina o un humano, entonces la máquina habrá pasado el Test. Y por tanto, la máquina será inteligente.
Ante este silogismo positivista (es decir, blanco y en botella, leche), se pueden aducir varias discrepancias. La primera y primordial, es que la primera suposición se basa en que el humano está capacitado para diferenciar entre la conversación de un ser humano y la de una máquina; no se debe subestimar la estupidez de nuestra raza en ningún caso. Otra que se me ocurre es que la misma máquina, obedeciendo a su propia lógica, no desee ser reconocida como inteligente.
Actualmente, usamos esta prueba de Turing pero a la inversa. Pensad ahora cuando queréis hacer un comentario en este cuaderno. El ordenador os pide que introduzcáis un código de letras para que sepa que sois humanos. Ya no somos nosotros los que controlamos es test, es la máquina.
Da miedo, ¿no?
1 comentario:
Yo he fallado lo de las letras en ocasiones.
Debo ser algo robótico, o quizás una inteligencia artificial.
Lo que me lleva a la siguiente reflexión: Si la estupidez es mucho más abundante que la inteligencia en los humanos...
¿no deberían hacer pruebas de estupidez para comprobar que somos homo sapiens?
Una máquina para imitarnos tendría que poseer "estupidez artificial", algo mucho más difícil de fingir que la brillantez.
Yo lo llamaría el Test de Torrenting.
¿alguna sugerencia sobre cual podría ser esa prueba de estupidez?
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