Hoy tenía la tarde noche libre, y me apetecía echar una partidita de Warhammer, algo rápido. Pero mis contrincantes habituales estaban ocupados, así que quedé con Oshimatoti para cambiar las figuras de plástico por unas cañas. Avisa a Debhair, me dijo, que hace tiempo que no hablamos.
Y eso hice, como chico obediente que soy. Un tono, dos, tres, cuatro, joder que me salta el puñetero buzón de voz, cinco, clic, Hombre, contesta la voz a otro lado del teléfono ¿Cómo lo llevas Dave?... pues no lo sé, tengo que empezar la mudanza al piso nuevo... si, me lo alquila ElColegaDeLosSeguros... no hace falta, yo os llamo a media tarde y si puedo me reúno con vosotros. ¡Besos!
Sobre las 5 y pico pasa Oshimatoti rugiendo con su auto y nos vamos, tras pocas deliberaciones y un par de vueltas buscando aparcamiento, al Barroco, que ahora abren de 13 a 1. Budweiser para el Enano Coñón, café con leche y tarta de chocolate a la naranja para la señora y Voll Damm para el nene, que tengo que crecer. Y este Debhair que no llama. Piiiiii, Piiiiiii, Piiiiiii ¡Hola, pesao! Ahora estoy en el piso con ElColegaDeLosSeguros... si queréis podéis pasar, pero... A ver, esto está en la avenida nueva que hay tras de la Plaza Estado, delante de los chinos que... ¿Dave? ¿Estás ahí?
No tardamos ni un momento en pagar y salir casi corriendo hacia nuestro destino; en apenas cinco minutos nos plantamos en el portal, donde se despedía de ElColegaDeLosSeguros y de su novia (no recuerdo el nombre, sólo que era bajita; lo siento, soy desastre). Después de los veinte minutos de rigor que todo mallorquín necesita para despedirse, nos apresuramos a ver la casa. Nosotros por primera vez. Debhair la segunda.
Huelga decir que nos colamos como viles ratas en su nuevo piso. No hacía ni una hora que tenía la llave y ya estábamos sentados en su sillón haciendo cervezas. Lo más grande, es que había frías en la nevera y, aunque suene increíble, cuatro jarras en el congelador. Los gritos de placer se escuchaban desde el ático, seguro. Y no, no es que el dueño sea tan majo (que lo es) que ha dejado esos víveres de primera necesidad para el nuevo inquilino, no. Es que el anterior se marchó ayer dejando todo esto atrás.
Pero aún hay algo que es mucho peor. Y Oshimatoti y yo nos hemos asustado al darnos cuenta de nuestra actitud. Hasta cierto punto, hay que tener morro para gorrearle cervezas a un colega en su casa cuando apenas hace nada que es suya, pero pase. Que demos gritos de alegría al ver las jarras y nos echemos unas risas con el video teléfono, también es hasta cierto punto comprensible. Pero que en vez de pensar en las fiestuquis con las nenas y de medir la capacidad de la nevera para enfriar alcohol, nos dediquemos a pensar en lo que gastan las luces con focos de 50w, comparemos los lavavajillas con los de nuestras respectivas casas o a cavilar si las puertas correderas las podría meter en mi salón... mal vamos, amigo. Te estás haciendo adulto.
Lo importante, sin embargo, es que Debhair se esté dando cuenta de que lo que hace ahora es una inversión en sí mismo. Una forma de saber que es lo que necesita y lo que quiere. De que ha empezado una nueva etapa en su vida, una en la que puede reafirmarse y poner de nuevo en marcha. Sin depender de nada ni de nadie que él no quiera ni necesite. Que vale mucho, y que a partir de ahora todo depende de él mismo. Y que nos tendrá a todos sus amigos ahí, para lo que necesite.
Incluso para recomendarle el jabón para el lavavajillas.
5 comentarios:
Qué entrada más bonica, más amistosa. Me encantan estos relatos frescos, directos, y encima con gente que conozco, como Oshimatoti. Qué delicia. Me ha hecho mucha gracia eso de las despedidas mallorquinas. Y lo de que os hacéis mayores. Es verdad que se tiene otro concepto de la vida, más sabio en el sentido de saber vivir y lo que necesitas, pero se pierde algo, sin duda. La despreocupación alegre de la juventud, el pensar que eres eterno y que todo irá bien siempre. Hay más cosas, pero como yo soy mayor ya ni me acuerdo.
Gracias Clares por lo de fesco y directo, es mi idea para las entradas del cuaderno.
Yo puedo recordar a mis padres despedirse de sus amigos durante más de media hora en el rellano de la escalera...
Sobre lo de hacerse mayor... no sé, será que estamos intentando alargar el proceso lo máximo posible para no olvidar nada.
Ratifico que fué una gran tarde, sobretodo cuando descubrimos las jarras heladas, fué es "acabose" jejeje...
Saludos
Acabo de flipar descubriendo esta entrada, hacía tiempo que no me daba una vuelta por este insigne Blog...MAAAAAL....Sois muy grandes chicos!!! Ya sabéis dónde estan las jarras de cerveza buen fría, servíos vosotros mismos. Besos.
Debhair
No sabes lo que acabas de decir, Debhair... no nos vas a sacar de tu casa en muuuuucho tiempo.
Publicar un comentario