Ayer se produjo en Cataluña, una de las regiones que conforman España, una polémica bastante absurda sobre banderas. Resulta que en uno de los edificios de la autoridad provincial, el responsable mandó quitar la bandera nacional, dejando sólo la de la Comunidad Autónoma. Luego, ante las quejas de otros dirigentes políticos, quitó las dos. Más tarde, volvió a izarlas de nuevo.
No me quiero meter en berenjenales discutiendo si el nacionalismo político es mejor o peor, no es esa mi intención. Lo único que quiero criticar es la falta de respeto ante la legalidad vigente, y lo que es más grave, viniendo de un empleado público. Si la ley dicta que las dos banderas deben ondear de cada edificio público, pues se acata y se acabó. No es nada descabellado, ¿verdad? Un símil: si un ladrón reconocido me dice que quiere robarme la cartera, pero como se siente magnánimo, sólo me va a quitar la mitad del dinero. ¿Le exime de culpa el que no me robe todo lo que desearía? Creo que no.
Me parece que estamos confundiendo las cosas, y sacandolas de sitio. El Estado tiene como pilares las leyes: sin ellas volvemos a la ley del talión, al ojo por ojo. Son estas leyes las que nos igualan, las que nos situan a todos en el mismo nivel. Y si no se acatan, pues se toman las medidas pertinentes y se arregla el asunto. No se debe dejar que nadie, repito, nadie haga lo que quiera, aunque sea bueno, aunque tenga mayoría absoluta, aunque tenga la superioridad moral sobre algo. Nunca, jamás. Esto tiene dos nombres: dictadura o Despotismo Ilustrado
Y ambos los hemos vivido en este país.
Santiago Lorenzo, asquerosamente bueno
Hace 1 año
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