miércoles, 8 de agosto de 2007

Fábula del granjero y el erizo.


Un campesino cansado por un largo día de trabajo decidió dar un paseo por el bosque que había al lado de su granja. Se preparó un petate con queso, pan y algo de vino. Mientras atravesaba la última valla de su granja en dirección a un cúmulo de altos árboles se preparaba feliz y tranquilo una pipa de tabaco de cereza. Caminó adentrándose en la espesura y cantando una vieja canción popular que le cantaba su madre cuando era niño. Al rato encontró un erizo lastimado en el frondoso camino. El erizo se retorcía del dolor, tenía una gran herida en el lomo, y parecía triste. El granjero se paró y se agachó para ver como estaba el erizo. Cuando vio el estado de su lomo, que parecía una mordedura de un gran animal, fue rápido a buscar algunas hierbas para hacerle un bálsamo que calmará su angustia y curara su herida. El campesino volvió e hizo una pasta masticando las hierbas que intentaba aplicar al erizo pero sus grandes púas no le dejaban ponerla en la herida.

- ¿Qué estás haciendo? - Dijo el erizo con gran dolor.
El granjero se quedó muy sorprendido. El erizo hablaba. Después de dudar por unos momentos si estaba soñando.
- Intento curar la gran herida de tu lomo pero tus púas me van a lastimar. - Dijo el granjero no muy seguro de hablar con un animal.
- Me siento muy mal. Una bruja me convirtió en erizo, andaba yo sola caminando por este bosque y encontré una bruja con una gran peca en la nariz que me dijo que como yo era muy hermosa y los hombres me deseaban ella haría por que no volvieran a tocarme jamás. En erizo me convirtió. Luego me encontré con un oso que me intentó comer aquí donde estoy ahora y llevo rato aquí en el suelo. - Dijo el erizo que decía ser una mujer bella.
- Vaya, es la primera vez que me encuentro con al así. ¿De veras eres una mujer hermosa? ¿Existe la magia? ¿Hay alguna manera de volverte a tu estado original? - Preguntó curioso y asombrado el granjero.
- Sólo un acto de amor podría volverme a mi estado natural.- Dijo el erizo.
El granjero aunque pinchándose y haciéndose grandes heridas en las manos curó al erizo. Luego el erizo rompió a llorar y el granjero lo calmó acariciándole una pata.
- No te preocupes bonita que encontraremos una solución.- Dijo el granjero.
El granjero abrió su petate y ofreció de comer al erizo. Después de charlar un rato y beber algo de vino. El granjero miró al erizo y dijo:
- Yo quizás pueda amarte, nunca había conversado tanto con alguien, realmente no me ha importado tu aspecto, ni el lastimarme ayudándote, y siento algo por ti aunque todavía no me explico el que. - Dijo el granjero mientras acariciaba la para del erizo dulcemente.
- Pues deberías quizás besarme, eso es un gran acto de amor. - Dijo el erizo.
- Si lo hago me lastimaré con tus púas. -Dijo el granjero negando la proposición.
- Si lo haces. Ya no seré un erizo y yo curaré tus heridas y te entregaré mi amor.- Dijo el erizo.
El granjero acercó su cara al erizo y la hundió entre sus púas para llegar a su lomo herido con un beso sentido y dulce. El granjero aguantó sus gritos y los cortes en su rostro eran de consideración. Entonces el erizo empezó a brillar con una luz cegadora y cuando esta luz se disipó apareció una campesina muy bonita de rostro angelical.
- Dios santo, eres preciosa.- Dijo el campesino que esta sangrando mucho.
- Gracias por ayudarme. Ahora tengo que irme a casa. - Dijo sonriendo la campesina.
- Pero. ¿No me vas a entregar tu amor? Te he salvado y te he entregado mi amor, aún lastimándome la cara. - Dijo el granjero entre lágrimas.
- Lo siento, pero ahora que soy normal no me siento capaz de amarte. Pero te recordaré. - Dijo la campesina marchándose por el camino del bosque y perdiéndose en la lejanía.
El granjero, solo y herido se quedó tendido en el bosque. Volvió a casa y se curó sus heridas, decidió no volver a acercarse a ese bosque porque cada noche soñaba como su cara se hundía entre las púas de un erizo.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Es impresionante las cosas que hacemos por promesas falsas de amor eterno...